sábado, 4 de abril de 2015

El dóberman atragantado


Una mujer volvía a su casa después del trabajo. Allí encontró a su perro, un gran dóberman, tumbado sobre el suelo jadeando en busca de aire. La mujer, preocupada por la salud del animal, metió al perro inmediatamente en el coche y lo llevó al veterinario.
El veterinario lo examinó pero como no encontró nada que explicara sus dificultades respiratorias, le dijo a la mujer que tenía que hacerle una traqueotomía al animal e insertarle varios tubos por la tráquea para que pudiera respirar. Le explicó que no era algo agradable de ver y rogó a la mujer que se fuera a casa y dejara al dóberman allí aquella noche.
Cuando la mujer llegó a casa, el teléfono no paraba de sonar. Lo descolgó y se sorprendió al oír al veterinario al otro lado de la línea. Más extraño fue su mensaje: "¡Sal de la casa inmediatamente! ¡Ve a la de uno de tus vecinos y llama a la policía!"
Al parecer, cuando el veterinario realizó la operación, encontró una razón muy siniestra para explicar los problemas que tenía el perro para respirar. Tres dedos humanos estaban atascados en su garganta. Preocupado por que la persona a la que pertenecían aquellas extremidades desmembradas estuviera aún en la casa, llamó para avisar a la mujer.
Finalmente, la policía llegó al lugar. En la casa, encontraron a un intruso inconsciente, sin dedos, tumbado dentro de un armario. 

Traducido por Nyx.



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