sábado, 8 de noviembre de 2014

Creepypasta: Jeff the Killer



Extraído de un periódico local:
PELIGROSO ASESINO DESCONOCIDO SIGUE SUELTO
Tras semanas de homicidios inexplicables, el peligroso asesino desconocido sigue aumentando sus crímenes. Después de las escasas pruebas encontradas, un chico afirma que sobrevivió a uno de sus ataques y con valentía cuenta su historia.
“Tuve una pesadilla y me desperté en medio de la noche”, cuenta el chico, “Vi que por alguna razón la ventana estaba abierta aunque recuerdo que la cerré antes de irme a la cama. Me levanté y la cerré otra vez. Después, simplemente me metí debajo de las sábanas e intenté volver a dormir.”
“Fue entonces cuando tuve una sensación extraña, como si alguien me estuviera observando. Levanté la cabeza y casi salté de la cama. Ahí, en el pequeño rayo de luz, iluminados entre las cortinas, había un par de ojos. No eran unos ojos normales, eran oscuros y siniestros. Estaban rodeados de negro y… simplemente me aterrorizaron. Es en ese momento cuando vi su boca. Una sonrisa larga y horrenda que hizo que todos los pelos del cuerpo se me erizaran. La figura se quedó allí, observándome. Finalmente, después de lo que me pareció una eternidad, lo dijo. Una simple frase, pero dicha de la manera que sólo un loco podía hacerlo. Me dijo: 'Vete a dormir.' Se me escapó un grito, lo que provocó que se acercara a mí. Sacó un cuchillo y lo apuntó a mi corazón. Saltó encima de mi cama. Yo me defendí, le di patadas y puñetazos. Rodé para intentar quitármelo de encima.”
“En ese momento entró mi padre. El hombre lanzó el cuchillo, que se clavó en el hombro de mi padre. Probablemente lo habría matado, de no ser por un vecino que llamó a la policía.”
“Los policías condujeron hasta el aparcamiento y corrieron hacia la puerta. El hombre se dio la vuelta y bajó al recibidor. Escuché un ruido muy fuerte. Cuando salí de mi cuarto, vi que el cristal de la ventana que daba a la parte de atrás de mi casa estaba roto. Miré por ella para ver desaparecer al hombre en la distancia. Si de algo estoy seguro es que nunca olvidaré esa cara. Aquellos ojos fríos y siniestros y esa sonrisa psicótica nunca saldrán de mi cabeza.”
La policía todavía está buscando a este hombre. Si ve a alguien que encaje en la descripción de esta historia, por favor póngase en contacto con su departamento de policía local más cercano.

*

Jeff y su familia se acababan de mudar a un nuevo vecindario. Su padre había conseguido un ascenso en el trabajo y pensaron que sería mejor vivir en uno de esos barrios “buenos”. Jeff y su hermano Liu no podían quejarse. Una casa nueva y mejor, ¿cómo no les iba a gustar? Mientras descargaban, una de sus vecinas llegó.
-Hola -saludó-. Soy Bárbara. Vivo al otro lado de la calle. Sólo quería conoceros y presentaros a mi hijo. -Se dio la vuelta y lo llamó.- Billy, estos son nuestros nuevos vecinos. -El niño dijo hola y se volvió corriendo a jugar a su jardín.
-Bueno -dijo la madre de Jeff-, yo soy Margaret, este es mi marido Peter, y mis dos hijos, Jeff y Liu.
Cada uno se presentó. Después, Bárbara los invitó al cumpleaños de su hijo. Jeff y su hermano estaban a punto de protestar cuando su madre aceptó. Una vez que Jeff y su familia habían acabado de descargar, Jeff le preguntó a su madre:
-Mamá, ¿por qué tenemos que ir a una fiesta de niños? Por si no lo has notado, ya no soy un estúpido niño.
-Jeff - contestó su madre-, nos acabamos de mudar aquí, debemos mostrar que queremos pasar tiempo con nuestros vecinos. Iremos a esa fiesta y no hay peros que valgan.
Jeff empezó a replicar, pero paró. Sabía que no podía hacer nada. Siempre que su madre decía algo, era definitivo. Jeff se fue a su cuarto y se dejó caer sobre la cama. Estaba acostado allí mirando al techo cuando de repente tuvo una sensación extraña. No tanto como dolor pero… era una sensación extraña. Él la descartó como una simple sensación casual. Oyó a su madre llamarlo para que bajara a recoger sus cosas y él hizo lo que le mandó.
Al día siguiente, Jeff bajó por las escaleras para desayunar y prepararse para ir al instituto. Mientras estaba allí sentado, comiendo su desayuno, tuvo una vez más esa sensación. Esta vez era más fuerte. Sintió un dolor leve, como un tirón, pero de nuevo lo descartó. En cuanto Liu y él terminaron su desayuno, se dirigieron a la parada del autobús y se sentaron a esperarlo. De repente, un chico en un monopatín saltó sobre ellos, a sólo unos centímetros por encima de sus rodillas. Ambos dieron un brinco por la sorpresa.
-¡Eh! ¿Qué demonios..?
El chico aterrizó y se volvió hacia ellos. Levantó su monopatín y lo cogió con las manos. Parecía tener unos doce años, uno menos que Jeff. Llevaba una camisa de Aéropostale y unos vaqueros azules rasgados.
-Bueno, bueno, bueno. Parece que tenemos algo de carne fresca -dijo. De repente, aparecieron otros dos chicos. Uno de ellos era muy delgado y el otro, enorme.- Bueno, como sois nuevos aquí, me gustaría presentarnos. Ese de ahí es Keith. -Jeff y Liu miraron al chico delgado. Parecía aletargado, lo que te hacía pensar que podría tener alguna enfermedad.-Y él es Troy. -Miraron al chico gordo. Hablando de grasa, parecía que ese no hubiera hecho ejercicio desde que dejó de gatear.
-Y yo -dijo el primer chico- soy Randy. Ahora, para todos los chicos en este barrio hay un pequeño precio a pagar por el billete de autobús, ¿me entendéis? -Liu se puso de pie, preparado para darle un puñetazo al chico en medio de los ojos, cuando uno de sus amigos sacó un cuchillo.- Tch, tch, tch, yo esperaba que fuerais más cooperativos, pero parece que tendremos que hacerlo por las malas. -El chico se acercó a Liu y le sacó la cartera del bolsillo. Jeff tuvo esa sensación de nuevo. Ahora era realmente fuerte, una sensación de ardor. Se puso de pie y aunque Liu le hizo gestos para que volviera a sentarse, lo ignoró y se acercó al chico.
-Escúchame bien mocoso, devuélvele la cartera a mi hermano o de lo contrario… -comenzó a decir. Randy guardó la cartera en su bolsillo y sacó su propio cuchillo.
-¿Ah sí? ¿Y qué vas a hacer? -le interrumpió Randy.
Nada más acabar la frase, Jeff golpeó al chico en la nariz. Mientras Randy se tocaba la cara, Jeff agarró al chico por la muñeca y se la rompió. Randy gritó y Jeff le quitó el cuchillo de la mano. Troy y Keith arremetieron contra Jeff pero él fue más rápido. Tiró a Randy al suelo. Keith intentó golpearlo, pero Jeff lo esquivó y lo apuñaló en el brazo. Keith dejó caer su cuchillo y se desplomó gritando. Troy también intentó cargar contra él, pero esta vez Jeff no necesitó ni el cuchillo. Tan sólo golpeó a Troy en el estómago y el chico cayó al mismo tiempo que devolvía todo. Liu no pudo hacer otra cosa que mirar con asombro a Jeff.
-Jeff, ¿cómo has...?
Eso es todo lo que dijo. Vieron que el autobús venía. Sabían que los culparían de todo el asunto, así que empezaron a correr tan rápido como pudieron. Mientras lo hacían, miraron hacia atrás y vieron como el conductor del autobús se precipitaba hacia Randy y los otros.
Cuando Jeff y Liu llegaron al colegio, no se atrevieron a contar lo que pasó. Todo lo que hicieron fue sentarse y escuchar. Liu pensó que su hermano tan sólo había pegado a unos cuantos chicos pero Jeff sabía que era algo más. Era algo... aterrador. Cuando tuvo esa sensación, sintió lo poderosa que era. La necesidad de simplemente hacer daño a alguien. No le gustaba cómo sonaba, pero tampoco pudo evitar sentirse feliz. La extraña sensación desapareció y se mantuvo alejada durante el resto del día. Cuando llegó a casa, sus padres le preguntaron qué tal fue todo y él respondió con una voz un tanto inquietante:
-Fue un día maravilloso.
A la mañana siguiente, oyó que llamaban al timbre. Bajó para encontrar a dos policías en la puerta, su madre mirándolo con cara enfadada.
-Jeff, estos oficiales me han dicho que atacaste a tres chicos, que no fue una pelea normal, y que fueron apuñalados. ¡Apuñalados, hijo! -Jeff miró al suelo, mostrándole a su madre que era cierto.
-Mamá, fueron ellos los que nos amenazaron a mí y a Liu con sus cuchillos.
-Hijo -dijo uno de los policías-, hemos encontrado a tres chicos, dos apuñalados, uno con un moratón en el estómago. Tenemos varios testigos que os vieron huir de la escena. Ahora, ¿qué nos dices a eso?
Jeff sabía que era inútil. Podía decir que él y Liu habían sido atacados pero no había pruebas de que no fueron ellos quienes iniciaron la pelea. No podían decir que no estaban huyendo, porque en verdad sí lo hacían. Así que Jeff no podía defender a ninguno de los dos.
-Hijo, llama a tu hermano. -Jeff no podía hacerlo, ya que fue él quien golpeó a todos los chicos.
-Señor... fui yo. Yo fui quien atacó a los chicos. Liu trató de detenerme, pero no pudo. -El policía miró a su compañero y ambos asintieron.
-Bueno, chico, parece que te espera un año en el reformatorio.
-¡Esperen! -gritó Liu. Todos miraron hacia arriba y lo vieron con un cuchillo. Los policías sacaron las pistolas y apuntaron hacia él.
-Fui yo. Yo pegué a esos mocosos. Tengo las marcas que lo demuestran. -Se subió las mangas para enseñar algunos cortes y moratones, como si hubiera estado en una pelea.
-Hijo, baja el cuchillo -instó el policía. Liu lo alzó y lo dejó caer al suelo. Después levantó las manos y se acercó a los policías.
-No, Liu. ¡Fui yo! ¡Yo Lo hice! -gritó Jeff con lágrimas corriendo por sus mejillas.
-Oh, pobre hermano. Tratando de echarse la culpa por algo que hice yo. Bueno, llevadme con vosotros. -Los policías guiaron a Liu hasta el coche patrulla.
-¡Liu, diles que fui yo! ¡Díselo! ¡Yo fui quien pegó a esos chicos! -La madre de Jeff le puso las manos sobre los hombros.
-Jeff, por favor, no tienes que mentir. Sabemos que fue Liu, puedes dejarlo ya.
Jeff observó con impotencia cómo el coche de policía se iba con Liu dentro. Unos minutos más tarde, el padre de Jeff llegó a la casa. Al ver la cara de su hijo, supo que algo estaba mal.
-Hijo, hijo, ¿qué pasa?
Jeff no podía contestar. Sus cuerdas vocales estaban tensas por el esfuerzo de llorar. En su lugar, su madre llevó a su padre adentro para darle las malas noticias mientras Jeff se desahogaba en la entrada.
Una hora después, entró en la casa y vio que sus padres estaban conmocionados, tristes y decepcionados. No pudo mirarlos. No podía entender cómo ellos pensaban que fue Liu cuando la culpa era suya. Se fue a dormir para intentar olvidar todo.
Dos días pasaron, sin ninguna noticia de Liu en el reformatorio. Ningún amigo con el que salir. Nada más que tristeza y culpabilidad. Eso fue hasta el sábado, cuando la madre de Jeff lo levantó con una cara alegre y radiante.
-Jeff, hoy es el día -dijo mientras abría las cortinas y dejaba entrar luz en la habitación.
-¿Qué... qué día es hoy? -preguntó Jeff mientras se despertaba.
-Es la fiesta de Billy -Ahora estaba del todo despierto.
-Mamá, ¿estás bromeando, verdad? No esperarás que vaya a una fiesta de niños después de... -Hubo una larga pausa.
-Jeff, los dos sabemos lo que pasó. Creo que esta fiesta puede ser lo que alegre los días pasados. Ahora, vístete.- la madre de Jeff salió de la habitación y bajó las escaleras para prepararse ella también. Él luchó por levantarse. Cogió una camiseta cualquiera y unos vaqueros y bajó. Vio a su madre y a su padre muy arreglados; ella se había puesto un vestido y él un traje. “¿Por qué se ponen ropa elegante para ir a una fiesta de niños?” pensó Jeff.
-Hijo, ¿eso es lo que te vas a poner? -preguntó la madre de Jeff.
-Mejor que ir muy arreglado -respondió él. Su madre mantuvo las ganas de gritarle y las escondió con una sonrisa.
-Jeff, puede que llevemos ropa demasiado elegante pero así hay que ir si quieres causar una buena impresión -dijo su padre. Jeff gruñó y volvió a su habitación.
-¡No tengo nada elegante que ponerme! -gritó.
-Elige algo y ya -contestó su madre.
Jeff buscó en su armario algo que pudiera considerarse elegante. Encontró un par de pantalones negros de vestir que tenía para ocasiones especiales y un chaleco. No tenía ninguna camisa que pudiera encajar. Buscó y solo encontró camisas de rayas y estampadas. Ninguna quedaba bien con pantalones de vestir. Finalmente, encontró una sudadera con capucha blanca y se la puso.
-¿Vas a ir con eso? -preguntaron los dos. Su madre miró el reloj.- Oh, no hay tiempo para cambiarse. Vámonos -dijo mientras empujaba a Jeff y a su padre fuera de la casa. Cruzaron la calle hasta la casa de Bárbara y Billy. Llamaron a la puerta y allí apareció Bárbara, tan arreglada como sus padres. Cuando entraron, Jeff solo vio adultos, ningún niño.
-Los niños están en el jardín. Jeff, ¿qué te parece ir y conocer a algunos? -propuso Bárbara.
Jeff salió afuera, al jardín lleno de niños. Todos correteaban con extraños disfraces de cowboy, disparándose unos a otros con pistolas de plástico. Parecía que estuviera en un Toys R Us. De repente, un niño se le acercó y le dio una pistola de juguete y un sombrero.
-Hey. ¿Quieres juga'? -preguntó.
-Ah, no chaval. Soy demasiado mayor para esas cosas -contestó Jeff. El niño lo miró con ojos de cordero degollado.
-Po' favo' -insistió el niño.
-Vale -accedió Jeff.
Se puso el sombrero y empezó a simular que disparaba a los niños. Al principio pensó que era totalmente ridículo pero después comenzó a pasárselo bien. Puede que no fuera lo más divertido del mundo pero era la primera vez que hacía algo que le sacaba a Liu de la cabeza. Así, jugó con los niños durante un rato, hasta que oyó un extraño ruido como si algo rodara. Entonces se dio cuenta. Randy, Troy y Keith saltaron la valla con sus monopatines. Jeff tiró la pistola de mentira y se quitó el sombrero. Randy lo miró con un odio ardiente.
-Hola, Jeff, ¿no? -dijo-. Tenemos un asunto pendiente. -Jeff vio que tenía un moratón en la nariz.
-Creo que estamos empatados. Yo os di una paliza y vosotros mandasteis a mi hermano al reformatorio. -Randy lo miraba con ira.
-Oh no, yo no voy al empate, yo apuesto por ganar. Puede que nos patearas el culo aquel día, pero no hoy.
Tras decir eso, Randy se abalanzó sobre Jeff y ambos cayeron al suelo. El primero golpeó al segundo en la nariz. Jeff agarró a Randy por las orejas y le dio un cabezazo. Lo empujó lejos de él y ambos se levantaron. Los niños estaban gritando y los padres corrieron afuera de la casa. Troy y Keith sacaron dos pistolas de sus bolsillos.
-¡Que nadie se mueva o le volamos los sesos! -amenazaron.
Randy sacó un cuchillo y apuñaló a Jeff en el hombro. Jeff gritó y cayó de rodillas. Randy empezó a golpearlo en la cara. Después de tres patadas, Jeff agarró su pie y se lo retorció, haciendo que Randy cayera al suelo. Se levantó y caminó hacia la puerta de atrás. Troy lo agarró.
-¿Necesitas ayuda?
Troy levantó a Jeff por el pescuezo y lo lanzó hasta la puerta del patio. Cuando Jeff intentó levantarse, alguien lo tiró al suelo. Randy empezó a golpearlo repetidamente, hasta que empezó a toser sangre.
-¡Vamos, Jeff! ¡Pelea conmigo! -levantó a Jeff y lo lanzó dentro de la cocina. Randy vio una botella de vodka en la encimera y la rompió en la cabeza de Jeff- ¡Pelea! -lo lanzó de nuevo hacia el salón.- ¡Vamos Jeff, mírame! -Jeff levantó la vista. Su cara estaba llena de sangre.- ¡Yo fui el que mandó a tu hermano al reformatorio! ¡Y ahora tú te vas a quedar ahí sentado mientras él se pudre allí un año entero! ¡Debería darte vergüenza! -Jeff comenzó a levantarse. -¡Oh, por fin te levantas y peleas!
Jeff estaba ya de pies, con sangre y vodka en la cara. Una vez más sintió esa sensación extraña, esa que no había sentido en un tiempo.
-¡Finalmente se ha levantado! -dijo Randy al mismo tiempo que corría hacia Jeff.
Y en ese momento pasó. Algo dentro de Jeff estalló. Su mente quedó anulada, todos los pensamientos racionales se fueron. Todo lo que podía hacer era matar. Agarró a Randy y lo estampó contra el suelo. Se puso encima de él y lo golpeó en el pecho. El puñetazo hizo que el corazón de Randy se parara. Mientras Randy jadeaba en busca de aire, Jeff lo golpeó con dureza. Puñetazo tras puñetazo, la sangre empezó a salir a borbotones del cuerpo de Randy hasta que tomó su último aliento y murió.
Todo el mundo se quedó mirando a Jeff. Los padres, los niños llorando, incluso Troy y Keith. Aunque rápidamente apartaron la mirada y apuntaron con las pistolas a Jeff. Este comenzó a correr escaleras arriba. Troy y Keith abrieron fuego contra él, fallando cada uno de los disparos. Jeff escuchó entonces que Troy y Keith lo seguían. Cuando ya se les estaban acabando los cartuchos de bala, Jeff se metió en el baño. Agarró el toallero y lo arrancó de la pared. Troy y Keith entraron corriendo, cuchillos en mano.
Troy intentó apuñalar a Jeff, quien retrocedió y lo golpeó en la cara con el toallero, haciéndole caer. El único que quedaba era Keith pero este era más ágil que Troy y esquivó el toallero cuando Jeff lo intentó golpear. Tiró el cuchillo y agarró a Jeff por el cuello, empujándolo contra la pared. Un recipiente con lejía cayó desde lo alto de la estantería encima de ellos. Ambos se estaban abrasando y comenzaron a gritar. Jeff se limpió los ojos lo mejor que pudo. Levantó el toallero y golpeó a Keith en la cabeza. Tirado en el suelo desangrándose, dejó escapar una sonrisa amenazadora.
-¿Qué es tan gracioso? -preguntó Jeff. Keith sacó un mechero y lo encendió.
-Lo gracioso -respondió- es que tú estás cubierto de alcohol y lejía.
Los ojos de Jeff se abrieron por completo cuando Keith le tiró el mechero. Tan pronto como el fuego entró en contacto con él, las llamas se prendieron con la lejía y el vodka. Mientras el alcohol lo quemaba, la lejía blanqueaba su piel. Jeff soltó un grito horrible. Intentó extinguir el fuego pero era inútil. El alcohol lo había convertido en un infierno andante. Bajó hasta la entrada y cayó al pie de las escaleras. Todos empezaron a gritar cuando vieron a Jeff, ahora un hombre en llamas, tirado en el suelo, casi muerto. Lo último que vio fue a su madre y a otros padres intentando extinguir las llamas. En ese momento, perdió la consciencia.
Cuando Jeff despertó tenía la cara vendada. No podía ver, pero sentía una venda en su hombro y puntos por todo su cuerpo. Intentó ponerse de pies. Se dio cuenta de que en su brazo había insertado un tubo y cuando trató de levantarse, se cayó. Una enfermera entró rápidamente.
-Creo que todavía no te puedes levantar de la cama -dijo mientras lo recostaba y le reinsertaba el tubo. Jeff se quedó allí sentado, sin visión, sin idea alguna de cómo era su alrededor. Finalmente, después de varias horas, oyó a su madre.
-Cariño, ¿estás bien? -preguntó. Jeff no podía responder. Su cara estaba cubierta y le resultaba imposible hablar.- Oh, cariño, tengo buenas noticias. Después de que todos los testigos contaran a la policía que Randy confesó haber intentando atacarte, han decidido dejar en libertad a tu hermano. -Esto provocó que Jeff casi saltara de la cama, pero se quedó a medias tras recordar el tubo que salía de su brazo.- Estará aquí mañana. Así, vosotros dos podréis estar juntos de nuevo.
La madre de Jeff lo abrazó y se despidió de él. Durante las siguientes semanas, recibió muchas visitas de su familia. Entonces, llegó el día en el que le quitarían las vendas. Todos estaban allí para verlo, para ver cómo había quedado. Esperaron hasta que le retiraran casi por completo la última venda, que sujetaba a las otras.
-Esperemos lo mejor -dijo el médico. Rápidamente tiró de la venda y dejó que las demás cayeran solas. Su madre gritó tras verlo. Liu y su padre lo miraron sobrecogidos.
-¿Qué? ¿Qué le ha pasado a mi cara? -preguntó Jeff. Salió de la cama y corrió hasta el baño. Se miró en el espejo y vio la causa de la angustia. Su cara era... era horrible. Sus labios estaban quemados, reducidos a una sombra roja oscura. Su piel pasó a ser de color blanco puro y su pelo cambió de castaño a moreno. Lentamente se tocó la cara. Sintió que su piel era gruesa y correosa. Miró a su familia y después al espejo.
-Jeff -dijo Liu-, no está tan mal...
-¿No está tan mal? -dijo Jeff.- ¡Es perfecta! -toda su familia se sorprendió. Jeff empezó a reírse sin control. Sus padres notaron que su mano y ojo izquierdos se sacudían.
-Eh... Jeff, ¿estás bien?
-¿Bien? ¡Nunca he estado tan feliz! Ja ja ja ja ja jaaaaaaa, miradme. Esta cara es perfecta para mí. -No podía parar de reír. Se acariciaba la cara y se miraba en el espejo.
¿Cuál era la causa de esto? Bueno, probablemente recuerdes que cuando Jeff estaba peleando contra Randy algo en su mente, su cordura, se quebró. En ese momento se convirtió en una loca máquina de matar, lo que sus padres no sabían aún.
-Doctor -dijo la madre de Jeff-, ¿mi hijo está... bien? Ya sabe, ¿de la cabeza?
-Oh sí. Su comportamiento es típico de los pacientes a los que se les ha suministrado grandes cantidades de calmantes. Si no cambia en un par de semanas, tráigamelo de vuelta y le haremos un examen psicológico.
-Oh, gracias doctor. -La madre de Jeff se dirigió a su hijo.- Jeff, cielo. Es hora de irse. -Jeff dejó de mirarse en el espejo, en su cara todavía estaba esa sonrisa extraña.
-¡Va mamá, ja ja jaaaaaaa! -Su madre lo agarró del hombro y lo llevó a recoger su ropa.
-Esto es con lo que llegó -dijo la chica de la mesa. La madre de Jeff miró hacia lo que le estaba entregando para ver los pantalones negros de vestir y la sudadera blanca de su hijo. Estaban cosidos y limpios de sangre. Los llevó a la habitación e hizo que Jeff se los pusiera. Después salieron, sin saber que aquel sería su último día de vida.
Más tarde, por la noche, la madre de Jeff se despertó con un sonido que venía del baño. Parecía que alguien estuviera llorando. Caminó despacio para ver de qué se trataba. Cuando miró dentro del baño, vio algo horrible. Jeff había cogido un cuchillo y se había cortado una sonrisa en las mejillas.
-Jeff, ¿qué haces? -preguntó su madre. Jeff la miró.
-No podía sonreír constantemente, mamá. Duele después de un rato. Ahora, puedo sonreír para siempre -respondió. Ella notó que sus ojos estaban rodeados de negro.
-Jeff, ¡tus ojos! -gritó. Sus ojos parecían no cerrarse nunca.
-No podía verme la cara. Me sentía cansado y mis ojos se empezaron a cerrar. Me he quemado los párpados, así podré ver mi nueva cara siempre -dijo Jeff. Su madre empezó a retroceder lentamente al ver que su hijo se estaba volviendo loco.- ¿Qué pasa mamá? ¿No soy hermoso?
-Sí, hijo -respondió-. Lo eres. De-deja que avise a papá y así pueda verte la cara. -Se fue corriendo hasta la habitación y sacudió al padre de Jeff hasta despertarlo.- Cariño, coge la pistola que... -paró cuando vio a Jeff en la puerta con un cuchillo.
-Mamá, me mentiste. -Esa fue la última cosa que oyeron antes de que Jeff los apuñalara.
Su hermano Liu se despertó desconcertado por el ruido. No escuchó nada más, así que simplemente cerró los ojos e intentó retomar el sueño. Cuando estaba a punto de dormirse, tuvo la extraña sensación de que alguien lo observaba. Alzó la cabeza, antes de que la mano de Jeff le cubriera la boca. Éste levantó el cuchillo lentamente, listo para clavárselo. Liu forcejeó todo lo que pudo para intentar escapar de Jeff.

-Shhhhhhh -dijo Jeff- Vete a dormir.

Traducido por Nyx



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