Escuchad,
la única razón por la que me paro en mi camino para contaros esto es porque la
historia de “Jane the Killer” me está empezando a molestar.
Mi
verdadero nombre es Jane Arkensaw, alias “Jane the Killer” y así es cómo conocí
a Jeff, la razón por la que tengo este aspecto y por qué lo quiero matar.
Cuando
oí que una nueva familia se había mudado al otro lado de la calle, no me
sorprendí. Era un buen barrio y la casa era relativamente barata teniendo en
cuenta dónde estaba. Supongo que tendría como 13 o 14 años cuando todo se fue
al diablo.
Realmente,
nunca hablé con Jeff cuando se mudó. Para ser sincera, nunca hablé con él
hasta.... aquella noche. Pero ahora es muy pronto para hablar de eso. Mi
primera impresión de Jeff fue que era un muchacho tranquilo. Probablemente
sacaba buenas notas, rara vez se metía en peleas, quizás también un buen chico
si se abría a los demás.
Su
hermano Liu parecía del tipo que antepone su familia a todo lo demás por cómo
se sentaba con su hermano en la acera. Por supuesto, por aquel entonces solo
hacía suposiciones y en verdad no lo analicé demasiado. Me estaba preparando
para ir al colegio cuando miré por la ventana. Llegaba tarde, lo que era raro
en mí porque casi nunca llegaba tarde a ningún sitio. Especialmente al colegio.
No
me sorprendió ver a Randy y a sus secuaces acercarse a Jeff y a Liu en su
estúpido monopatín. Randy no era más que un abusón. Siempre se metía con
cualquiera que fuera más pequeño que él.
Él
era además la razón por la que mis padres me llevaban al colegio en coche, en
vez de dejarme coger el autobús como el resto del mundo. Todos le tenían que
dar el dinero de su almuerzo o algo en efectivo a Randy y sus secuaces por un
“peaje” que les exigían.
Todos
nosotros sabíamos que la pandilla de Randy tenía cuchillos y nos amenazaba con
usarlos si alguna vez contábamos a alguien que robaban el dinero a otros niños
en el barrio. Todos menos los chicos nuevos, a los que estaban tratando de
intimidar como al resto de nosotros.
Cuando
vi por la ventana a Randy hablando con ellos simplemente miré hacia otro lado.
Era un acto cobarde pero tenía mejores cosas que hacer que ver a otro chico
darle su dinero a Randy. Pero la curiosidad me pudo y miré unos segundos
después. Lo que vi me dejó sin palabras. Jeff estaba de pie en ese momento y
parecía que Randy ya tenía lo que quería. “Siéntate” pensé “no seas estúpido”.
Entonces vi a Jeff darle un puñetazo a Randy en la cara y romperle la muñeca.
-Oh
dios mío -susurré. Después grité-, ¡idiota!
Mis
padres bajaron corriendo las escaleras y preguntaron qué pasaba. Después
miraron hacia afuera y vieron lo que estaba sucediendo. Jeff ya había cortado
al chico delgado, creo que su nombre era Keith, y éste cayó al suelo gritando.
Troy se desplomó con un simple puñetazo. Como mi casa estaba al otro lado de la
calle desde donde Jeff y su hermano estaban sentados y tenía ventanas grandes
en la parte de adelante, lo vimos todo. O al menos yo lo hice, mis padres
vinieron después de la parte en la que Randy les robaba la cartera, así que no
sabían toda la verdad.
Era
inquietante ver a Jeff pelear. Se lo estaba pasando muy bien. Sentí un nudo en
el estómago como si estuviera pasando algo que no era normal, y por la cara de
Liu, Jeff no hacía ese tipo de cosas a menudo. Lo siguiente que recuerdo fue
oír sirenas y ver a los chicos nuevos salir corriendo. La policía se acercó con
el conductor del autobús a ver a las “víctimas”. Estarían bien. Ya sabes,
teniendo en cuenta la cantidad de golpes que les habían dado.
La
regla de mis padres era “no policías” desde que un policía antidroga encerró a
mi padre por querer llamarle la atención cuando estaba investigando el caso de
la coca perdida. Acabó con mi padre dejando el cuerpo de policía. Así que
cuando oímos sirenas fuimos al patio de atrás, nos montamos en el coche y nos
fuimos.
Cuando
mis padres me estaban llevando al colegio, me dijeron muy claramente que no
querían verme nunca hablando con Jeff. Yo estaba de acuerdo con ellos.
Tenía
arte a primera hora. Todavía puedo ver los colores de mi trabajo de arte si
pienso mucho en él pero cuando intento ver cualquier otra cosa parecida ahora,
lo veo todo gris. Supongo que ese es el precio a pagar cuando alguien pierde la
inocencia.
No
vi a Jeff hasta casi el final del día. Cuando lo vi estaba... distinto. Al
principio pensé que estaba fingiendo alegría para que la gente no sospechara de
él por el delito que había cometido. Pero él en verdad se lo estaba pasando
bien y no porque estuviera emocionado por estar en el colegio. La sonrisa que
tenía me parecía sádica. Era la sonrisa de un loco. En el momento en el que el
timbre sonó, salí corriendo todo lo rápido que pude. Nadie excepto yo sabía qué
era Jeff. Un monstruo.
El
siguiente día parecía pasar sin ningún incidente a primera vista. Entonces, vi
un coche de policía enfrente de la casa de Jeff. “Parece que te han pillado”
pensé. Nadie podía salir ileso de algo como aquello (ya sabes, con el
vecindario viéndote y todo eso). Pero estaba equivocada con quien arrestaron.
En vez de salir con Jeff como esperaba que harían, la policía salió con Liu, su
hermano. Apenas la idea de Jeff incriminando a su hermano por el ataque se
había formado en mi cabeza cuando él salió gritándole a Liu:
-¡Liu,
diles que fui yo! (Entonces podía escucharlo porque la puerta delantera de mi
casa estaba abierta.)
No
pude escuchar lo que Liu respondió al arrebato de su hermano, pero
definitivamente no era lo que Jeff quería oír. Unos segundos más tarde la policía
se fue con Liu, y Jeff se quedó fuera con su madre. Unos minutos después, ella
entró dentro de la casa y dejó a Jeff solo. Aunque no podía oírlo desde el otro
lado de la calle, podría decir que estaba llorando. Pero quién no lo haría en
aquella situación.
Al
día siguiente los rumores sobre Liu corrieron como la pólvora. Costó mucho
empezarlos porque todos tenían miedo de hablar de Randy y que les diera una
paliza. Cuando se reveló que no volvería al colegio durante unos días, todos
decidieron aprovechar la oportunidad y disfrutarlo tanto como fuera posible y
muchas mentiras empezaron a surgir.
-¡He
escuchado que Liu le cortó el brazo a Keith!
-¿Ah
sí? ¡Bueno, a mí me han dicho que Liu pegó a Troy tan fuerte en el estómago que
vomitó sangre!
-¡Eso
no es nada! ¡Yo he oído que le dio un puñetazo tan fuerte a Randy en la nariz
que le atravesó la cabeza! -y etc., etc., etc.
Personalmente,
yo no quería tener nada que ver con Jeff o su hermano. Pero... se le veía tan
solo y enfadado que tenía que hacer algo. Así que le escribí una nota para
decirle que tenía a una amiga en aquel lugar y que iba a testificar en el
juicio de Liu para contar lo que pasó en realidad. Le dejé la nota en la mesa
firmada con la letra “J” antes de que la clase empezara y después salí de allí.
Cuando volví Jeff estaba sentado en su mesa y la nota ya no estaba.
El
sábado llegó y yo estaba en casa sola mientras mis padres estaban en el
trabajo. El niño de la casa de al lado estaba celebrando una fiesta de
cumpleaños. Había dejado la ventana abierta porque quería que la agradable
brisa entrara a la habitación mientras hacía los deberes. Pero los niños
estaban gritando tanto que decidí cerrar la ventana. Estaba a punto de cerrarla
cuando vi a Jeff jugando con ellos. Corría de un lado para otro con uno de esos
sombreros de vaquero de mentira y una pistola de juguete. Estaba tan ridículo
que me hizo reír.
“Tal
vez no es el monstruo que yo creía” pensé, avergonzada de mí misma por
sospechar que él pudiera haber sido uno. Cuando estaba cerrando la ventana, vi
a Randy, Keith y Troy saltar por encima de la valla con sus monopatines hasta
donde estaba Jeff.
-¡Otra
vez no! -grité a la ventana abierta.
Vi a
Randy y Jeff hablar pero no pude oír qué decían por los gritos y chillidos de
los niños. Después, Randy se abalanzó sobre Jeff y lo derribó. Estaba a punto
de coger el móvil y llamar al 911 cuando oí a Troy y Keith gritar:
-¡Que
nadie se mueva o le volamos los sesos!
Miré
por la ventana de nuevo y vi que ambos tenían pistolas. No podía pedir ayuda
sin poner en riesgo la vida de otros. Tampoco podía llamar al 911, no tenía batería
en el móvil.
Jeff
estaba de lado y Randy le estaba dando patadas en la cara cuando el primero le
agarró el pie al segundo y se lo retorció. Randy tropezó y Jeff intentó volver
a la casa cuando Troy lo agarró por el cuello y lo lanzó hacia ella. Escuché el
sonido de cristales rotos y supe entonces que lo iban a matar.
-¡Randy,
gilipollas! -le grité. Pero no podía oírme con los gritos de los niños.
No
podía esperar más, asi que corrí al dormitorio de mis padres y busqué el móvil
de mi padre, con la esperanza de que se lo hubiera dejado en casa. El corazón
me latía fuerte en el pecho. Sabía que cuanto más tardara en conseguir ayuda,
más posibilidades había de que mataran a alguien. Finalmente, encontré el móvil
debajo de la cama. No dudé en marcar el número.
-911,
¿hola?
-Necesito
ayuda. ¡Hay una emergencia en la casa de al lado! ¡Unos chicos saltaron la
valla y están pegando a alguien! ¡Tienen pistolas! ¡Tenéis que daros prisa, por
favor!
-De
acuerdo señorita, necesito que me diga la dirección y enviaré ayuda de
inmediato.
Le
conté rápidamente dónde vivía y la dirección de la casa de al lado.
-¡Por
favor, dense prisa! -dije.
-Está
bien, quédese en la lín... ¡BANG,
BANG, BANG!
Oí
disparos en la casa de al lado. Grité y dejé caer el móvil. Aterrizó en el suelo
y se rompió. Después, corrí hacia la ventana de mi habitación para intentar
comprender qué estaba pasando. Pero apenas había sacado la cabeza por la
ventana cuando oí el grito... voy a hacer gritar a Jeff así de nuevo cuando lo
encuentre. La única cosa con la que puedo compararlo es el alarido final de un
animal. En ese momento me pareció horrible. Pero ahora es música para mis oídos
y no hay nada que quiera escuchar más en el mundo que sus gritos.
Vi
fuego salir de la casa como un dragón enfadado. Bajé las escaleras
inmediatamente, cogí el extintor portátil de la cocina y salí fuera. Mientras
corría le quité la anilla de seguridad para uso inmediato. Afortunadamente, la
puerta estaba abierta. Pero cuando vi a Jeff, me quedé helada. Estaba
tumbado al final de las escaleras casi totalmente en llamas y los mayores
intentaban apagarlas. Vi trozos de su piel a través de toda la conmoción.
Algunas partes rosas, otras carbonizadas, pero estaba todo cubierto de rojo. Al
ver todo esto, grité y me desmayé. La última cosa que recuerdo es algunos
mayores corriendo hacia mí. Si fue para ayudarme o para coger el extintor, no
lo sé.
Cuando
desperté, estaba en una cama de hospital con una de esas batas que llevan los
pacientes. Una enfermera vino un poco después. Tenía el pelo largo y castaño en
un moño escondido bajo el gorro. Parecía que no quisiera estar allí. Le
pregunté qué había pasado.
-Todo
lo que sé es que te trajeron junto con algunos chicos porque te caíste y te
golpeaste la cabeza con un extintor -contestó enfadada.
-¿Un
extintor? -levanté el brazo y me toqué la cabeza. Sentí vendas y un gran bulto
del tamaño de una naranja. Entonces recordé a Jeff- Uno de los chicos que vino
conmigo, el de las quemaduras, ¿está bien?
Ella
suspiró:
-Escucha,
trajeron a dos chicos contigo con quemaduras. Y no, no te dejo verlo solo
porque sea tu novio.
Sentí
que la temperatura de mi cara aumentaba.
-¡No
es mi novio! ¡Solo estoy preocupada por él! ¡¿No estarías preocupada por
alguien al que acabas de ver quemarse vivo delante de ti?! -intenté mantener la
voz firme, pero tembló lo suficiente como para parecer que estaba mintiendo.
-Lo
que sea. Tus padres están aquí. ¿Quieres verlos? -preguntó.
-¡Sí,
por supuesto! -respondí. Cualquier cosa con tal de escapar de aquella
enfermera.
Mis
padres entraron y la enfermera finalmente se marchó. Me preguntaron qué había
pasado. Les conté todo: la pelea, la nota, todo.
-¡Ya
sabía yo que Randy no era bueno! -exclamó mi madre.
-Entonces,
¿sabéis algo de Jeff? -pregunté.
-No,
nada -contestó mi padre-, hemos venido aquí en cuanto nos dijeron lo que te
había pasado.
-Pero,
¿quién os lo dijo? -pregunté. No me pareció ver a nadie en la fiesta que mi
familia conociera.
-El
hospital nos llamó -dijo mi madre.
-Bueno,
supongo que eso tiene sentido – por supuesto, no tenía ningún sentido. ¿Cómo
podía alguien saber quién era si yo no tenía ningún tipo de identificación?
Miré
hacia la puerta y vi a un hombre y a una mujer allí parados. Mis padres
siguieron mi mirada y también los vieron.
-Perdonen
pero ¿es esta la habitación de Jane Arkensaw? -preguntó la mujer.
-Sí
-contestó mi madre-, ¿quiénes son ustedes?
-Soy
Margret y este es Peter, mi marido -dijo señalando al hombre que estaba a su
lado-. Somos los padres de Jeff.
Me
incorporé en la cama.
-Yo
soy Isabelle, este es mi marido Greg, y nuestra hija Jane -dijo mi madre
señalándome a mí.
-Entonces,
¿tú eres la chica que entró con el extintor? -preguntó Margret.
-Sí
-contesté en voz baja, avergonzada-. ¿Está vuestro hijo bien?
-Ha
salido de una operación hace unas horas. Los médicos dijeron que estaría bien.
Me
tranquilicé.
-Eso
está bien -dije-. Escuchen, sé qué es lo que les pasó a Jeff y a Liu el primer
día de colegio... -entonces les conté a los padres de Jeff qué había pasado
realmente con Randy y su pandilla.
-No
sabíamos que Jeff fuera capaz de hacer algo así -aseguró Peter.
-Estoy
dispuesta a testificar que Liu no pegó a nadie y que Jeff lo hizo solo en
propia defensa.
-No
hace falta -dijo Margret-. Liu saldrá del reformatorio después de lo que le
pasó a esos chicos.
-Eso
está bien -dije.
-Solo
veníamos a darte las gracias por intentar ayudar a nuestro hijo, Jane. Me
enternece ver gente desinteresada en tu generación.
Me
sonrojé.
-No
hice nada que cualquiera no hubiera hecho en mi situación -dije y bajé la
mirada-. No soy una heroína.
-¡Tonterías!
-exclamó Margret- ¡Lo menos que podemos hacer es invitaros a nuestra casa a
cenar cuando Jeff salga del hospital!
Miré
a mi madre y a mi padre.
-Sería
un honor -dijo mi madre.
-¡Perfecto
entonces! ¡Os llamaremos en cuanto Jeff salga del hospital! -nos despedimos y
se marcharon.
Pasaron
dos días aproximadamente y me dieron el alta. Durante ese tiempo no tuve
contacto con Jeff o su familia pero oí que Liu había salido del reformatorio y
las heridas de Jeff se estaban curando.
Cuando
volví al colegio, me convertí en el centro de atención, más o menos porque era
la única que había visto lo que pasó en la fiesta. Pero a las únicas personas a
las que les conté lo sucedido fueron mis amigas: Dani, Marcy y Erica. No sabía
qué decirles, así que les conté lo que había visto.
-Parece
que a Jeff le han dado una buena paliza -dijo Dani, tenía el pelo negro como un
cuervo y los ojos azules zafiro. Era normalmente la más sensata de todas.
-Bueno,
por lo menos le salió bien la pelea. He oído que se llevó a esos idiotas con él
al hospital -dijo Erica con una risita. Siempre se vestía como si fuera de los
80 o así: calcetines largos, altos y multicolores, con el pelo típico de la
época y llevando siempre algún tipo de mochila con ella.
-También
se llevó a Jane con él al hospital. Quizás ella también estaba intentando darle
una paliza -rió Marcy. Ella era la más presumida de nuestro pequeño grupo. Era
rubia con ojos marrones y casi siempre que la veíamos llevaba algo rosa, ya
fuera el color de su camiseta o las joyas alrededor de su cuello. Era una de
las mayores reinas del drama que conocía. Siempre distorsionaba la verdad o
exageraba las cosas en grandes proporciones.
-Te
dije que fui allí para intentar ayudar a Jeff porque algo malo estaba pasando
-murmuré. Yo era la simple Jane, pelo castaño, ojos verdes, nada fuera de lo
común.
-O
tal vez... Tú querías ver a tu amor por última
vez antes de que se fuera en busca de ayuda -Marcy dijo con su tono drámatico.
Yo
la miré con los ojos abiertos como platos.
-¡¿Qu...
qué?!
-¡No
puedes negarlo Jane Arkensaw! ¡Te gusta Jeff!
Toda
la sangre de mi cuerpo decidió emigrar a mi cara de una sola vez cuando dijo
aquello.
-¡¿Qué?!
¡No! ¡Yo so-solo quería ayudarlo! ¡Eso es todo!
-¡Mentirosa!
¡Te vi dejar una nota en su mesa! ¿Qué era? ¿Una confesión de amor?
-¡No!
¡No era nada de eso! Yo solo...
-¡Asi
que admites haberle dejado una nota!
-¿Qué
quieres decir?
-Era
una suposición -puso una pequeña sonrisa cínica y esperó mi respuesta. Las
otras empezaron a reírse de mí.
-¡Jane
solo era una broma!¡Te estaba tomando el pelo! -sonrió Marcy.
-¡Tienes
la cara más roja que un tomate! -exclamó Erica riéndose a caracajadas.
-Os
odio a todas -gruñí.
-¡Oh,
deja de ser tan seria! -Dani me puso una mano en el hombro-. Venga, vamos a
clase.
Las
semanas pasaron, todo parecía estar bien. Creo que incluso Liu hizo algunos
amigos. Todo era normal, nada pasó. Un día Liu se acercó a mí y me habló de
Jeff.
-Perdona,
tu nombre es Jane, ¿verdad?
Me
giré y miré a quien había hablado. Era Liu.
-Sí.
Tu eres Liu, ¿verdad? ¿El hermano de Jeff?
-Síp
-se le veía un poco incómodo. Una vez más, yo también lo estaba-. Mira, mis
padres quieren que te diga que le van a quitar las vendas a Jeff en unos días,
asi que espera una llamada pronto para invitarte a cenar.
-Vale,
bien, gracias -dije.
Él
estaba a punto de marcharse cuando dije:
-Hey,
escucha, lo que hiciste por Jeff... fue muy considerado.
-Gracias.
He oído que tú intentaste ayudar a mi hermano con un extintor. Eso estuvo bien.
-¿Si?
Bueno, gracias. Te veo por aquí, supongo.
-Sip,
hasta luego.
Estaba
viendo cómo se alejaba caminando cuando oí una vocecilla detrás de mí decir:
-¿Engañando
a tu novio?
-¿Qué
cojones? -me di la vuelta sorprendida. Era Marcy.
-¡Y
con su propio hermano nada menos! -exclamó fingiendo un jadeo.
-¡Cállate!
-le grité. Después giré la cabeza para asegurarme de que Liu no lo había oído.
No lo oyó.
-Vamos
a clase -gruñí.
Dos
días pasaron hasta que el teléfono sonó. Mi madre contestó. Unos minutos más
tarde se acercó a mí y me dijo:
-Jeff
sale hoy del hospital, Jane.
Miré
hacia arriba y dije:
-¡Estupendo!
-¡Parece
que la cena será en unos días! -rió entre dientes.
Unas
horas después, oí que un coche se detenía en la casa de enfrente. Miré por la
ventana y vi el coche de Jeff delante de su casa. “Jeff está en casa” pensé.
Decidí salir por curiosidad, para ver cómo había quedado. Dios mío, qué
equivocada estaba.
Su
padre salió. Luego, su madre. Después, Liu. Pero lo que esperaba de Jeff no
podía ser más diferente de lo que vi. Tenía el pelo negro y largo hasta los
hombros, piel blanca y correosa, y una sonrisa... esa sonrisa era la misma que
le vi en clase después de darle una paliza a Randy, Keith y Troy.
Pero
Jeff me miró directamente a mí. A través de mis ojos podía notar los suyos,
fríos y sádicos, clavados en mi alma. Todavía me estremezco ahora recordándolo
según escribo esto. Parecía haber estado mirándome durante horas con esa
sonrisa hasta que miró hacia otro lado. Vi cómo entraba en la casa con sus
padres. No respiré hasta que esa puerta se cerró finalmente detrás de ellos.
Volví
a casa. Mis padres vinieron al salón y me preguntaron qué pasaba. Mi única
respuesta fue un grito largo y alto. Después, me desmayé.
Cuando
finalmente me desperté, ya era de noche. Mis padres no estaban en su
dormitorio. La casa estaba completamente en silencio. Me levanté y bajé las
escaleras. Tenía puesto un camisón largo que no llevaba antes de desmayarme.
Entré en la cocina. Las luces estaban encendidas, algo bastante extraño. Mis
padres siempre me decían que apagara las luces de una habitación cuando saliera
de ella.
Había
una nota en la mesa. La cogí. En el papel ponía esto:
“¿No
vienes a cenar? Tus amigos también están aquí.”
Empecé
a temblar y dejé caer el papel. Fui a la ventana del salón y miré hacia afuera.
Las luces estaban encendidas en la casa de Jeff. Sabía que tenía que ir pero
estaba aterrada. Sacudí la cabeza y miré de nuevo. Vi a Jeff apoyado en la
ventana en su casa mirándome con un cuchillo en la mano y golpeando el cristal
con la punta.
Tac.
Tac. Tac.
Seguía
sonriendo.
Tac.
Tac. Tac.
Comencé
a caminar hacia atrás, sin dejar de mirarlo. Después me di la vuelta y corrí
lejos de la ventana hacia la cocina. Cuando llegué y miré por la ventana, todo
lo que vi fue una mancha roja en el cristal.
Me
di la vuelta y observé la cocina. Todo parecía estar en su sitio. Incluso los
cuchillos. Cogí uno y lo agarré fuerte. Después, cogí el teléfono e intenté
marcar el 911 pero la línea estaba muerta. No sabía dónde estaba el móvil de mi
padre o si ya estaba arreglado pero tampoco quería volver arriba y buscarlo. No
quería que me apuñalaran en la espalda mientras intentaba encontrarlo; y si pedía
ayuda a algún vecino, Jeff podría matar o herir a quien tuviera secuestrado.
Asi que solo había una opción, enfrentarme a Jeff sola.
Agarré
aún más fuerte el cuchillo y me dirigí a la puerta principal. Me puse los
zapatos y salí. Mi mano se detuvo en el pomo de la puerta cuando caminaba hacia
afuera. Pero sabía que lo tenía que hacer. Solté el pomo y crucé la calle hasta
la casa de Jeff.
Según
me acercaba a la puerta principal, empecé a disminuir la velocidad. Mis
rodillas empezaron a temblar; mis palmas, a sudar; y comencé a respirar rápido
y de forma superficial. Antes de darme cuenta, estaba parada completamente
inmóvil delante de los escalones de la entrada jadeando como un perro. Agarré
el pomo, cerré los ojos y los apreté y abrí la puerta de golpe.
Me
quedé parada en la entrada con el cuchillo en la mano derecha y el pomo en la
izquierda, demasiado aterrorizada para abrir los ojos. Hasta que oí una voz
decir:
-Veo
que lo has hecho. Me alegra que lo hayas conseguido, amiga.
Abrí
los ojos. Después grité. Sus ojos eran grandes y no parpadeaban, y su sonrisa
era roja. ¡Se había cortado la boca! Tenía la ropa cubierta de sangre. Me
desmayé.
Cuando
desperté estaba sentada en una mesa del comedor. El cuchillo no estaba y cuando
levanté la cabeza, vi sentadas a varias personas más. Eran mis padres, los
padres de Jeff, su hermano Liu y mis amigas. Todos estaban muertos. Todos, con
las bocas cortadas en forma de sonrisa y enormes cavidades rojas en el pecho.
El olor era insoportable, indescriptible... nunca había olido nada igual. Era
el olor de la muerte.
Intenté
gritar pero tenia una mordaza en la boca y estaba atada a una silla. Miré a mi
alrededor con incredulidad. Los ojos se me llenaron de lágrimas ante la visión
y el olor de los cuerpos.
-Mira
quién se ha despertado por fin.
Giré
la cabeza y miré detrás de mí. Jeff estaba ahí. Intenté gritar pero la mordaza
no me dejó. De repente, él se acercó y me puso un cuchillo en el cuello.
-Shhhhhhhhh,
shh, shh, shh. No es correcto gritar a los amigos -dijo y comenzó a deslizar el
filo por mi cara, trazando constantemente líneas invisibles desde las esquinas
de la boca hasta las mejillas en forma de una amplia sonrisa. Sentí un
escalofrío mientras lo hacía. Cuando me alejé de él, me agarró la cabeza por la
parte de atrás y me obligó a mirar a la escena de la mesa-. Ahora, no seas
grosera. Los estás insultando al no mirar sus preciosas caras.
Miré
de nuevo hacia la mesa, viendo a todos con sus sonrisas cortadas y el pecho
abierto. A algunos todavía les salía sangre fresca. Nuevas lágrimas empezaron a
caer por mi cara y comencé a llorar.
-Awww,
¿qué ocurre? -preguntó Jeff ronroneando- ¿Estás enfadada porque no eres hermosa
como ellos?
Lo
miré intentando entender qué quería decir. Pero miré hacia la mesa cuando vi su
cara de nuevo.
-No
te preocupes. Te haré hermosa a ti también. ¿Qué te parece? -preguntó. Entonces
deslizó el cuchillo por debajo de la mordaza y la cortó.
Escupí
la mordaza y lo miré directamente a los ojos, intentando mantener la mirada. Él
inclinó la cabeza hacia un lateral mientras me observaba. Después, cerré los
ojos y giré la cabeza hacia otro lado lejos de él.
-Que
te jodan -murmuré de forma amenazante. Luego, me giré para mirarlo otra vez-.
¡Jocker marginado!
Él
simplemente se rió en mi cara. Prefería que solo sonriera.
-Eres
más divertida de lo que pensaba.
Se
acercó más a mí. Miré hacia otro lado de nuevo, sintiendo su aliento en mi piel.
-Los
amigos les hacen favores a los amigos, ¿verdad? Bueno, te voy a hacer uno a ti.
Noté
que soltaba mi cabeza. Cuando giré la cabeza él ya no estaba. Miré a la mesa
una vez más para asimilar todo. Lágrimas frescas comenzaron a caer por mi cara
otra vez cuando recordé a mi familia y a mis amigas, que habían estado vivas
tan solo unas horas antes. Aún estaba llorando cuando Jeff regresó.
-No
llores -dijo-. Todo se acabará pronto.
Lo
miré y vi que tenía una botella de lejía y un bidón de gasolina. Abrí aún más
los ojos.
-No
tenía alcohol, pero esto servirá.
Después,
empezó a rociarme con la lejía y la gasolina.
-Tenemos
que darnos prisa, Jane. Ya he llamado a los bomberos.
Luego,
cogió una sola cerilla. La encendió. La tiró hacia mí.
Las
llamas empezaron a arder tan pronto como la cerilla entró en contacto conmigo.
Grité todo lo alto que era posible. El dolor era insoportable. Podía sentir
cómo la piel se quemaba, el calor invadía cada poro de mi cuerpo. La sangre se
evaporaba de mis venas y mis huesos se carbonizaban y volvían frágiles.
Antes
de desmayarme, oí a Jeff reírse:
-¡Te
veo más tarde, amiga! ¡Espero que te vuelvas tan hermosa como yo!
¡Jajajajajaja!
Después,
todo se volvió negro.
Cuando
me desperté estaba sentada en una cama de hospital, vendada de la cabeza a los
pies. Todo me daba vueltas y dolía parpadear y respirar.
Miré
a mi alrededor y vi una habitación vacía. Gemí fuertemente porque tenía la boca
vendada. Todo me dolía. Una enfermera vino unos minutos más tarde.
-¿Jane?
¿Puedes oírme?
Miré
hacia ella. La habitación empezó a dar aún más vueltas.
-Jane,
soy tu enfermera Jackie. No sé cómo decirte esto pero
tu familia murió en el incendio. Lo siento.
Las
lágrimas empezaron a caer por mi cara otra vez. Sollocé.
-No,
cariño, no llores. No podrás respirar si lo haces.
No
podía parar.
-Jane,
te voy a dar algo que te ayudará a calmarte, ¿de acuerdo?
Sentí
que algo me corría por la sangre, después me quedé dormida.
Cuando
me desperté de nuevo, me podía mover más y mi cuerpo no estaba vendado como lo
estaba la primera vez. Miré a mi alrededor y vi que en mi habitación había
flores. Algunas eran frescas, otras estaban secándose. Intenté levantarme pero
una enfermera me detuvo.
-Tranquila,
Jane. Has estado dormida durante un tiempo. Trata de tomártelo con calma.
Intenté
hablar. Mi voz sonó áspera como el papel de lija.
-¿Cuánto...
cuánto tiempo he estado dormida?
-Casi
dos semanas. Estuviste puesta en un coma inducido por los médicos para que tu
cuerpo se curara. Soy la misma enfermera que viste la primera vez que te
despertaste.
-Dame
un espejo -dije.
-Jane,
no creo que sea...
-¡DAME
UN ESPEJO!
Sentí
el mango de un espejo deslizarse por mi mano. Cuando me miré en él, lo dejé
caer al suelo. El destrozo del espejo no era comparable al destrozo de lo que
había visto. Mi piel era correosa y marrón, no tenía ni un pelo en la cabeza y
la piel alrededor de mis ojos estaba flácida. Me veía casi tan mal como Jeff.
En
ese momento recordé todo. Empecé a llorar más fuerte que nunca. La enfermera me
abrazó, pero eso no ayudó demasiado. Con lo alto que estaba llorando, me
sorprendió que nadie más entrara a ver qué pasaba. Cuando me calmé, a penas
podía hablar. Alguien llegó a la entrada.
-Perdonen,
tengo una entrega para una tal señorita... ¿Arkensaw?
-Lo
cojo yo -Jackie se levantó y fue hasta la entrada. No quería que el repartidor
me viera asi que clavé los ojos en la pared que tenía enfrente de mí-. Alguien
de verdad se preocupa por ti, Jane. Parece que la misma persona que te mandó
todas estas flores te ha enviado también un paquete.
Miré
a mi alrededor y después a ella. Traía un paquete envuelto en papel rosa y
atado con una cuerda marrón. Estiré el brazo y lo agarré. En el momento en el
que lo cogí, sabía que algo malo ocurría.
-Perdona
pero, ¿puedo comer algo? -pregunté todo lo suave que pude.
-Por
supuesto, te traeré algo para comer ahora mismo -contestó Jackie con una sonrisa.
Después salió de la habitación.
Las
manos me temblaron cuando agarré la cuerda y tiré de ella. El papel se soltó
suavemente y vi algo que me heló la sangre. Era una máscara blanca con negro
alrededor de los ojos y una femenina sonrisa negra. También tenía encaje negro
cubriendo los agujeros para los ojos, por lo que nadie podría verlos, pero yo
sí podría verlos a ellos. Había además un vestido largo y negro de cuello alto,
guantes negros y una peluca morena con bonitos rizos. Junto con todas estas cosas,
había un ramo de rosas negras y un cuchillo de cocina afilado. Pegada a la
máscara había también una nota que decía:
“Jane,
lo siento. No he conseguido hacerte hermosa. Asi que te doy esta máscara que te
hará verte hermosa hasta que te mejores. Además, te olvidaste el cuchillo.
Pensé que lo querrías de vuelta.
-Jeff”
Para
cuando la enfermera Jackie volvió, el regalo estaba escondido debajo de la
cama. Le dije que todo lo que había eran las flores. Parecía que le disgustaban
asi que las tiró y yo le di las gracias por ello.
Esa
noche, cuando todos estaban durmiendo o se habían ido, me escapé. La única cosa
que tenía para ponerme era el vestido, por lo que me lo puse. Encontré un par
de zapatos en el pasillo, olvidados por alguna enfermera descuidada. Me puse la
peluca también para pasar desapercibida.
No
sabía a dónde ir, y tampoco me importaba. Cuando finalmente paré de andar,
estaba enfrente de un cementerio. Entré y encontré dos tumbas. Issabelle
Arkensaw y Gregory Arkensaw. Me senté enfrente de ellas y lloré una vez más.
Cuando
finalmente me levanté, el sol ya estaba saliendo y un nuevo capítulo en mi vida
comenzaba. Cogí la máscara y me la puse. Después agarré el cuchillo firmemente
como había hecho antes. Me di la vuelta y observé el sol naciente. Ese día juré
mi venganza contra Jeff the Killer y me puse mi nuevo nombre, “Jane
Everlasting”, pues quiero que la única cosa más eterna que la locura de Jeff
sea su muerte.
He
estado buscando a Jeff para matarlo desde ese día. Cazándolo. Cazándolo como el
animal que es.
Te encontraré Jeff y te mataré.
En
cuanto a la foto que ha aparecido de mí diciendo: “No te vayas a dormir o no
despertarás”, explica bastante bien lo que quiero hacer con las víctimas de
Jeff, prevenirlas de convertirse en eso. Quien diga que las mato para que Jeff
no lo haga, está cometiendo un grave error.
Esta
es mi historia. Tanto si la aceptas como si no, no me corresponde a mí
decidirlo. Ahora, si me disculpas, el sol se está poniendo y la caza comienza
una vez más.
Traducido por Nyx
Creepypasta original: http://spinpasta.wikia.com/wiki/Jane_the_Killer:_The_Real_Story

me parese muy interesante pero entonses nunka tuvo una hija jeef the killer con jane arkensaw o mas bn con jane everlasting
ResponderEliminarLa creepypasta de Jane Arkensaw termina aquí y yo me he limitado a traducir la creepypasta original. Entonces, según las creepypastas de ambos, Jeff y Jane nunca tuvieron hijos. Si hay alguna historia en la que los tienen, probablemente sea fanfiction o se trate de la creepypasta "Jeff the Killer vs. Jane the Killer". En este último caso, la que aparece en la historia es Jane Richardson (Jane the Killer), no Jane Arkensaw (Jane Everlasting). Gracias por tu comentario.
EliminarPero ella no es mala
EliminarWow que lindo jeff
ResponderEliminarPuedo compartir la historia?
ResponderEliminarpobre jane no a encontrado a jeff
ResponderEliminarNadie se mete con mi jeffry solo yo el es mi hombre y de nadie mas
ResponderEliminarsi se pueden meter con jeff
Eliminary lo mataran....
Lean algo útil sarta de ignorantes !!!
ResponderEliminaraquí el ignorante eres tu
EliminarMe encanto es muy interesante la historia de ambos
ResponderEliminares bastante su historia da flogera
ResponderEliminarD un día para el otro cambio el destino d Jane espero q tenga suerte en su camino😉🐱✌️
ResponderEliminarAmi me encantó *
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